Crítica: Dreamland

Crítica: Dreamland

Bruce McDonald dirigió en 2008 Pontypool, una atípica película de zombis con Stephen McHattie de protagonista que le valió el reconocimiento dentro del circuito independiente. Desde entonces ha estado compaginando televisión y películas, pero no ha vuelto a llamar la atención de la misma manera con ninguno de sus siguientes trabajos. Ahora vuelve de nuevo a trabajar con McHattie, y por partida doble, en su nuevo film Dreamland.

No se si Dreamland va a ser esa película que vuelva a generar expectación en su carrera, pero desde luego que nos encontramos con una película de lo más personal y extravagante en la que incluso resulta complicado hacer una breve sinopsis debido a la complejidad de la propuesta, que podríamos decir que trata sobre un asesino a suelto que trabaja para Hercules, el cual le encarga que corte el dedo meñique de un famoso trompetista de jazz que tiene que tocar en la boda del hermano de la famosa Condesa.

Hasta aquí podríamos pensar que se trata de un simple thriller de gansters de poca monta, y en realidad lo es, pero McDonald no se queda solo en eso, y añade a la coctelera la trata de blancas, vampiros y una dura y cruda crítica a la alta sociedad que desemboca en una boda infernal y delirante llena de gente de alto standing que acaba convertida en un baño de violencia y sangre surrealista.

A Stephen McHattie habrá que reconocerle algún día como el gran actor que es, y aquí vuelve a demostrarlo en un doble papel, como sicario con conflictos morales que tendrá que actuar frente al nuevo negocio de su jefe con el que no se siente cómodo, y también como el misterioso trompetista de jazz que tiene que actuar en la boda.

Dreamland promete ser ese tipo de películas que genera opiniones dispares, o la amas o la odias, y por suerte me encuentro entre los primeros, a los que les parece una película fascinante y llena de matices, quizás me hubiera gustado que se hiciera más hincapié en el apartado fantástico, en el tema de vampírico, pero de todas maneras, me he dejado cautivar sin más problemas por su singular rareza.

Puntuación
14.5out of 5

3.7

3.7 out of 5
Merece la pena

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