Ya falta menos, empezamos con el jueves, un día bastante cargadito como los anteriores con maratón Japan Madness incluida.
Invasor: Había ganas de ver lo nuevo de Calparsoro, que auguraba un intenso thriller con las ayudas humanitarias en oriente como telón de fondo, lamentablemente Invasor se queda en un quiero y no puedo muy bien rodado técnicamente, incluso una persecución y un tremendo choque en las calles de Galicia, pero que falla en lo más importante, su intriga no tiene peso ni es creíble.
Un médico en ayuda humanitaria regresa a casa después de sufrir un atentado. Su memoria le falla y le cuesta recordar todos los detalles de lo que sucedió, y sospecha que le están escondiendo información desde los altos cargos, que tan solo están preocupados en pasar página y olvidar el incidente lo antes posible.
A mi parecer, la trama falla porque de entrada no te presenta el conflicto, y si las dudas y sospechas del protagonista, a las cuales es imposible darle la importancia que este le da con lo que presenta. Más tarde, cuando ya por fin nos muestran lo que sucedió realmente, que también hay que decir que me parece más que forzado, estás tan desconectado del film que ya no te interesa. Se salva el personaje de Karra Elejalde, la mala leche que gasta al ver como sus planes son una y otra vez frustrados por el protagonista.
Sinister: No arregla mucho la mañana el visionado de Sinister, el nuevo film de Scott Derrickson que parece sigue sin responder a las expectativas puestas en su persona tras el éxito de El Exorcismo de Emily Rose.
La historia, la de un escritor que busca desesperadamente un nuevo éxito, y para ello se traslada a una nueva casa con su familia, una casa donde tuvieron lugar unos trágicos sucesos en los que perdió la vida toda una familia, excepto el hijo menor, que sigue desaparecido. Sus investigaciones le llevarán a descubrir paralelismos entre este suceso y otras muertes sucedidas en distintos lugares, todo gracias a una misteriosa caja de cintas de cine que encuentra en el ático.
Alguna imagen impactante, unos cuantos sustos, presencias fantasmales y una trama bastante predecible hacen del film uno más de estas características con poco o nada que resulte destacable. Se deja ver y resulta entretenido, es capaz también de crear una nueva leyenda urbana, pero no emociona, no transmite tensión ni mal rollo y tiene un final que aunque valiente, no deja de ser predecible.
Wolf Children: Mamoru Hosada da un paso más para convertirse en el maestro de la animación más importante de Japón, siempre por detrás de un indiscutible Miyazaki. Su nuevo film cambia totalmente de registro con su anterior Summers Wars y nos ofrece un relato maduro donde el elemento fantástico es tan solo una excusa para enviarnos el mensaje que nos quiere mostrar.
Hana es una joven que se enamora en la universidad de un misterioso joven que acaba siendo en realidad un hombre lobo, aunque un hombre lobo muy distinto al que conocemos por los relatos de terror. Junto a él tendrá dos hijos, pero la muerte su repentina muerte obligará a Hana a hacerse cargo de la difícil tarea de criar ella sola a estos dos niños-cachorros sin que nadie descubra su secreto. Finalmente optará por buscar un lugar tranquilo y alejado en la montaña donde criarlos con tranquilidad.
Hosada nos cuenta una fábula moderna en la que los dos niños tendrán que aprender a convivir en un mundo de humanos, donde cada uno de ellos, de muy distinto carácter, tendrá que buscar su lugar y decidir si quieren vivir su vida como humanos o como lobos.
Con una animación de trazo sencillo, sin muchas florituras sobre todo en los personajes humanos y los rostros, pero con una gran belleza en paisajes, nos enseñará a través de los dos niños el devenir de la vida, como se nos presentan diferentes opciones y cada uno toma la más acorde con sus sentimientos en una reflexión tan maravillosa como fantástica sobre el destino y el deber de aceptarlo.