Crítica: Bliss (Felicidad)

by dragón negro | 8 febrero, 2021 18:02

Hace ya siete años de I Origins, el film de Mike Cahill que gano el Festival de Sitges de forma más que merecida, me parece una de las mejores películas de su década, y que tras Another Earth, venia a confirmar a su director como un valor al alza en el campo de la ciencia ficción. Pero ha pasado demasiado tiempo, y el esperado regreso de Cahill es esta Bliss que ha sabido más a decepción que a otra cosa.

Owen Wilson es Greg Wittle, un hombre que no pasa por su mejor momento, divorciado y en un trabajo que no le llena y en el que se pasa el tiempo con dibujos que imaginan una vida mejor. Para colmo tiene un incidente con su jefe y sale huyendo hasta el bar de enfrente, donde conoce a Isabel Clemens, una mujer que le cuenta que todo lo que les rodea no es más que una ilusión, una realidad simulada. A pesar de las reticencias iniciales, Greg finalmente acaba convencido por las pruebas que lo que dice la mujer es verdad y su vida da un nuevo giro.

No hay nada peor que una película con unos protagonistas que no convencen, y si a Owen Wilson ya cuesta verlo en un papel dramático, y aquí está bastante soso pero al menos es llevadero, la que acaba de fastidiarlo todo es una desatada Salma Hayek capaz de ponerte de los nervios cada vez que abre la boca. Sobra decir que la química entre los dos es inexistente y forzada, no funciona de ninguna de las maneras, y eso pesa mucho durante su visionado.

En esta especie de Matrix intimista, hay demasiadas cosas que no cuadran y que van cambiando sobre la marcha según le apetece, demasiadas soluciones ridículas, todo lo de los cristales de colores es bastante tonto, y aunque se intuye de fondo que hay unas ideas interesantes para tratar, al final sus peros lastran más de lo que deberían.

Desde luego, no ha sido el esperado regreso por la puerta grande que se esperaba de Cahill, que no funciona ni como romance ni como thriller, y mucho menos como drama familiar, quedándose a medio camino en todos los casos, y ofreciendo una reflexión sobre la vida y la realidad, que una vez llegado el final, queda descafeinada por todo el descalabro sufrido anteriormente y del cual hace ya rato que has desconectado.

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